jueves, 17 de septiembre de 2009

La naturaleza es sabia y perfecta.

Por eso nacen niños ciegos y niñas sin piernas, gente con síndromes incapacitantes, con malformaciones severas. Por eso le nacen muchas crías a las mujeres pobres, y cada vez hay más gente jodida y menos gente que vive de forma privilegiada. Éstas últimas suelen gozar de tales privilegios no como parte de un designio divino, sino como resultado de alguna u otra forma de corrupción. Hasta quienes amasan una fortuna con su trabajo, comunmente han incurrido en una u otra forma de explotación laboral, como mínimo.

Gracias a la sabiduría de la naturaleza, al homo sapiens se le brindó una inteligencia que le ayudó a partir de cierto momento histórico, a prolongar la vida de las personas, aunque eso implicara que la misma fuera lo menos digna posible. Aunque eso implicara sufrimiento desmedido, y desproporcionado desde casi cualquier punto de vista.

Afortunadamente la naturaleza es tan perfecta, que creó y empoderó una plaga como nosotros y nosotras. Naturalmente, vamos directo a la extinción. Desafortunadamente, está tardando demasiado.

Quizá el problema de la naturaleza no sea tanto su ineptitud, como su lentitud para solucionar las cosas. Sí tan sólo fuera tan inteligente como el homo sapiens, su obra magna y abrumadoramente ridícula...
 
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